Valparaiso se sostiene en las emociones, es lo que encanta y seduce a sus visitantes, el quejido reumatico de sus ascensores, el lamento del barco obligado a seguir su deambular, la algarabía burlesca de las gaviotas, la risa traviesa del niño y su volantin. Espíndola esta sumergido en ese acontecer, en esa vorágine de sensaciones y añoranzas k dibujan este territorio de mitos e incertidumbres, se desplaza mas alla de su atril y conforma talleres muralistas, que aseguran el color en las calles y cerros, que permiten que la imaginacion sea parte del cotidiano de un transeunte que masculla su pesar, tambien ataca otras ciudades con su energia pictorica, revoluciona a los niños y con ellos da forma a la imaginacion y la pega en los muros rompiendo el letargo regulador. Pero siempre vuelve, porque el ojo de su tormenta está en esta bahía desordenada y ebria, y en su taller, al atardecer, al calor del hogar, devuelve toda esa vorágine de emociones vividas por doquier a la tela, con simpleza y sin alardes conceptuales. Su pintura es esa parafrasis que nos muestra el mundo que le ha llenado sus sentidos, que le ha sido sensible y determinante, el recorrido del mundo por dentro de su ser cada vez que lo mastica y engulle. La realidad y la imaginacion - no menos realidad - en un mismo campo cromático, formas rotundas que dan cuenta del oficio muralista, un pequeño oasis entre tanto arte criptico y discursivo.
La pintura no se agotará jamás mientras Valparaíso mantenga la emoción, mientras Espíndola tenga sus pinceles en movimiento. Luego, tranquilos con esto, podemos desactivar la bomba postmoderna que busca hacer de nuestro puerto un paisaje intelectual, un mapa de códigos desprovisto del perro roñoso y el olor a orina, de la pescá al espinel y el beso escondido, de los amigos de toda una vida y la luna sentada sobre tu hombro.
Radye Silva Risco
Artista visual
La pintura no se agotará jamás mientras Valparaíso mantenga la emoción, mientras Espíndola tenga sus pinceles en movimiento. Luego, tranquilos con esto, podemos desactivar la bomba postmoderna que busca hacer de nuestro puerto un paisaje intelectual, un mapa de códigos desprovisto del perro roñoso y el olor a orina, de la pescá al espinel y el beso escondido, de los amigos de toda una vida y la luna sentada sobre tu hombro.
Radye Silva Risco
Artista visual
No hay comentarios:
Publicar un comentario